Este Sindrome de Estocolmo se ha denominado así, a raíz del trabajo que llevo a cabo un especialista criminólogo sueco llamado Nils Bejerot a finales de los años 70, en el cual se resumió los comportamientos efectos de un grupo de personas, cuando dos ladrones en un banco de Estocolmo detuvieron y convivieron con las victimas durante seis días.
Una vez que fueron rescatados, algunos cautivos se mostraron amables, simpáticos con sus secuestradores, y en algunos casos benevolentes hasta el punto de invertir en los gastos de su defensa.
En ciertas ocasiones, las victimas se asemejan inconscientemente con sus agresores, se incluyen a nivel emocional con la situación, tomando cierto grado de responsabilidad por la agresión recibida por los mismos.
Algunas veces, inclusive hay una gratitud íntima en ciertas víctimas, por haber salido intactas y con vida de ese episodio.
Se puede decir, también, que el Sindrome de Estocolmo, es un mecanismo de defensa, una reacción que el cuerpo puede manifestar, ante una situación incontrolable que pasó. Para desarrollar un Sindrome de Estocolmo, el asaltado tiene que haberse sentido en algún momento cuidado, en cierto punto, sin certidumbre de haber sufrido maltrato violento o grave alguno.
Viendo bien a la víctima, se puede evaluar si se siente identificada con su agresor, tanto por su forma de pensar como en su conducta, y si durante un lapso largo de tiempo, permanece esa gratitud o simpatía hacia sus agresores.
En la actualidad, ciertos profesionales han pensado que dicho Sindrome de Estocolmo, no se tiene que encasillar de manera exclusiva a sujetos que han sufrido secuestros. Consideran que en casos de mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja, compañero, padre, etc..
Se puede ver del mismo modo una defensa de las mismas hacia sus agresores, justificando el maltrato sufrido por parte del mismo y sin ser capaces de evitar esta unión ni resolver los conflictos, ni escapar de esa terrible cárcel, pese a ser una alternativa en la gran parte de los casos posible de llevar a cabo.
El suceso
Se ha recibido una publicidad formidable de los medios en los últimos años, ya que se ha usado como método para explicar el comportamiento de las víctimas de secuestros conocidos como Patty Hearst (1974) y Elizabeth Smart (2002).
El término ha tomado su nombre de un atraco a un banco en Estocolmo, Suecia, en agosto de 1973. Cuando el ladrón tomó cuatro empleados del banco, los cuales era tres mujeres y un hombre, en la caja fuerte con él y los mantuvo como rehenes por 131 horas.
Luego de que los empleados fueran puestos en libertad, por último, que parecían haber conformado un vínculo emocional con la incoherencia de su captor, que dijo a los periodistas que vieron a la policía como su gran enemigo en vez del ladrón de bancos, y que no tenían sentimientos para nada positivos hacia el penal.
El Sindrome Estocolmo fue nombrado por primera vez por Nils Bejerot (1921-1988), profesor de medicina que era un especialista en la investigación de la adicción y se desempeñó como informador psiquiátrico de la policía sueca durante el enfrentamiento en el banco. Sindrome Estocolmo es a su vez acreditada como Síndrome de Supervivencia de identificación.
Es considerado como una reacción compleja a una situación alarmante, y los expertos no se han puesto de acuerdo por completo en todos sus rasgos particulares, o de los factores que hacen que ciertas personas sean más susceptibles que otras a desarrollarlo.
Uno de los motivos para el desacuerdo es que no sería para nada ético para poner a prueba las teorías sobre el síndrome de Estocolmo por medio de la experimentación en seres humanos.