Una infección urinaria es una afección bastante frecuente en las mujeres. Cuando se está embarazada, aumenta la probabilidad de padecerla, puesto que la anatomía del sistema urinario cambia y la uretra se muestra algo más corta de lo normal.
Los controles prenatales y los análisis de orina serán tus mejores aliados para que, de ser el caso, se pueda actuar inmediatamente y aliviar la situación con el correspondiente tratamiento.
La infección de orina durante el embarazo se descubre a partir de síntomas tales como el ardor al orinar, dolor en la parte inferior del vientre, una incontrolable necesidad de orinar, presencia de orina turbia o quizás con un poco de sangre entre otros.
A veces, cuando se pasa por alto y no se le da tratamiento inmediato esta infección, logra moverse por la corriente sanguínea ocasionando daños en otros órganos como la vejiga o los riñones.
Puesto que más vale prevenir que curar, puedes incorporar algunos de los siguientes consejos a tu estilo de vida diario para evitarte pasar por esta molesta incomodidad y, por consiguiente, largos y tediosos tratamientos.
Lo primero será olvidarte al menos durante tu embarazo de las duchas femeninas y de aquellos productos creados para la higiene de la parte íntima ya que solo causan irritación y atraen bacterias.
También es recomendable consumir la mayor cantidad de agua que puedas en el transcurso del día y, si así lo deseas, acudir al zumo de arándano ya que cuenta con muy buenas propiedades para estos casos.
Si tienes ganas de ir al baño simplemente ve, incluso si ya has ido recientemente.
Por último, si tienes relaciones sexuales limpia muy bien tu área genital antes y después.
No olvides hacer lo posible por orinar ya que así se completa mejor el proceso de evitar una infección en el embarazo.