¿Debemos ahorrar sólo cuando hace falta?

Todo el mundo ahorra en tiempos de crisis. Falta dinero, falta trabajo, queremos mantener un determinado estilo de vida y nos vemos obligados a sacrificar ciertas cosas y hacer algunos esfuerzos extra para conseguirlo.

Pero muy pocos recapacitan y se preguntan si ese estilo de vida es saludable o sostenible. Algunos ni siquiera se plantean la posibilidad de que exista otra manera de vivir.

Podemos culpar, y con razón, a muchos otros de haber provocado la crisis financiera actual. Pero en realidad, los únicos verdaderos culpables somos nosotros, todos nosotros.

Hemos llegado a un punto en el que solamente nos preocupamos por consumir, y casi cualquier cosa: queremos casas, coches, viajes, regalos, ordenadores, aparatos tecnológicos, etc.

Pero casi todos ellos se convierten en caprichos, y cuando no lo son, buscamos siempre los que son más grandes, más rápidos, con más cosas y funcionalidades, los necesitemos o no.

Tal vez sea hora de reflexionar y cambiar de actitud, aprovechar la crisis y la necesidad de ahorrar para plantear un ritmo y nivel de vida más sostenible.

Ahorramos ahora, ¿ahorraremos después?

Un cómico norteamericano se reía de que cuando un avión se retrasaba en el despegue, el piloto aseguraba que recuperarían el tiempo en el aire. Obviamente, decía el cómico, esto quiere decir que el avión va más rápido. Pero entonces, ¿por qué no va más rápido siempre?

En tiempo difíciles, como los de ahora, nos vemos obligados a hacer un esfuerzo extra, apretarnos más los cinturones y evitar todos los gastos posibles.

Hay infinidad de cosas que podemos hacer para evitar perder dinero, como usar el agua con inteligencia, no hacer un uso indiscriminado de la electricidad, bajar la temperatura de la calefacción, comprar sólo las cosas que necesitamos (y no las que nos hacen pensar que necesitamos), comprar en los sitios apropiados, informarnos antes de comprar, etc.

Pero, si este tipo de acciones son ventajosas, tanto para ahorrar dinero como para contribuir al medio ambiente, ¿por qué no hacerlo siempre? Cuando buscamos alguna dieta para adelgazar, siempre nos dicen que la mejor dieta es la que puedes mantener después, no la que te permite adelgazar sólo en un momento dado.

Podemos aplicar la misma idea al tema del ahorro: ¿es preferible guardar algo de dinero, para gastarlo todo otra vez cuando ya no haga falta ahorrar, o encontrar un estilo de vida sostenible, agradable y en consonancia con el resto de la sociedad y del planeta?

El ahorro y los pequeños cambios de hábitos

El truco está en cambiar nuestros hábitos y sobre todo el valor que damos a las cosas, desde el gasto de agua hasta la compra en el supermercado.

Podemos pensar que usar la ducha en lugar de la bañera, apagar el grifo cuando nos lavamos los dientes, rebajar en uno o dos grados la temperatura de la calefacción, usar el aire acondicionado sólo en momentos indispensables, utilizar un sistema de riego por goteo e infinidad de otras cosas no son más que pequeños gestos que en realidad no aportan nada a nivel global.

Pero lo cierto es que todas estos gestos aportan mucho, principalmente en tres aspectos: un ahorro en nuestros gastos, que puede llegar a ser entre el 10 y el 30 % o más de nuestras facturas totales; un ahorro a nivel de comunidad, con el consiguiente aporte (o mejor dicho, menor daño) al medio ambiente (si todos desenchufáramos los aparatos en lugar de sólo apagarlos, ahorraríamos entre el 10 y el 20% del consumo energético mundial).

Y lo más importante, demuestran que damos un valor a todos estos gestos, que tenemos la iniciativa para tomar medidas y que tenemos conciencia de la importancia de un estilo de vida sostenible en lugar de consumista.

En el peor de los casos, nuestros hijos podrán sacar algo de ello.


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Nota: La información proporcionada en este sitio es sólo una guía de orientación y no reemplaza a la atención médica que pueda proporcionarle un especialista de salud.

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