El ABC de los alimentos transgénicos

¿Son perjudiciales los transgénicos para el ser humano o representan una esperanza para un planeta lleno de problemas que requieren respuesta? Esta es la polémica discusión que sostienen las grandes empresas que los fabrican y las organizaciones ecologistas que desean que se detenga su producción y difusión. Para poder entrar en materia es preciso conocer primero las bases de la ingeniería genética, la ciencia que ha hecho posible el nacimiento de estos organismos.

Los organismos vivos están constituidos principalmente de proteínas, las cuales son polímeros gigantes constituidos por largas cadenas de varios miles de compuestos químicos denominados aminoácidos. Imagine el lector que una proteína es un rosario cuyas cuentas serían los aminoácidos. Existen 20 aminoácidos diferentes y dependiendo del tipo y cantidad presente en una proteína, es la función que esta desempeña.

Existen proteínas estructurales que forman músculos, cabello y uñas, otras son funcionales, como la hemoglobina que transporta el oxigeno en la sangre o las enzimas que catalizan los procesos metabólicos del cuerpo. Para que un organismo funcione adecuadamente sus proteínas deben funcionar correctamente. Las proteínas defectuosas producen enfermedades en los seres vivos que muchas veces son incompatibles con la vida.

El ABC de los alimentos transgénicos

Trascripción del ADN: la receta para crear un ser vivo

En el núcleo de todas las células de cualquier ser vivo, salvo en algunos microorganismos, donde se encuentra disperso en toda la célula, se encuentra localizado el ácido desoxirribonucleico o ADN, una compleja molécula química cuya estructura fue elucidada por Francis y Crick en 1953 y que es la responsable de guardar la información que “codifica” a un ser vivo.

El ADN es una larga tira doble, de compuestos químicos denominados nucleótidos, cuyos nombres son: Citosina (C) Guanina (G) Timina (T) y Adenina (A). Imaginemos una larga escalera de caracol cuyos peldaños están constituidos por la asociación de dos de estos nucleótidos. Así, un peldaño está constituido por un nucleótido de Citosina asociado a uno de Guanina; otro peldaño estará compuesto de Timina y Adenina unidas. Esta cadena de peldaños se reproduce aleatoriamente y por millones en la molécula de ADN, pero siempre respetando la asociación C-G y A-T.

Como el ADN no puede salir del núcleo para que la célula “lea” la información contenida en el, esta envía una molécula llamada ARN mensajero la cual entra al núcleo y, con ayuda de algunas enzimas, se encarga de partir esta “escalera” en dos y copiar la secuencia de nucleótidos del ADN.

El ARN mensajero sale del núcleo hacia otra estructura celular donde se realiza el proceso de creación de las proteínas necesarias para la formación de un ser vivo: el ribosoma. En esta “fábrica de proteínas” se introduce el ARN mensajero que lleva la secuencia de nucleótidos que ha copiado del ADN.

El ordenamiento específico de 3 pares de nucleótidos en el ADN se conoce como codón y para el ribosoma, representa la instrucción de poner un aminoácido específico en la proteína que está fabricando. Hay 64 posibles combinaciones de nucleótidos que codifican a los 20 aminoácidos diferentes que el organismo necesita para fabricar proteínas. Por ejemplo el codón del aminoácido ácido glutámico es GAA y el de la fenilanalina es TTC.

Así, en un proceso de lectura-adición-pegado, el ribosoma lee la secuencia que le lleva el RNA mensajero y la traduce en la formación de una proteína específica. A esta secuencia especifica de ADN que se empleado para la síntesis de la proteína se le conoce como gen.

Este proceso denominado transcripción puede verse afectado por alteraciones en el ADN. Una alteración en el ADN implica que uno de sus pares de nucleótidos o varios de ellos pueden cambiarse de lugar, perderse o sustituirse por otros, acarreando un proceso denominado mutación. Una mutación en un solo par de nucleótidos puede ocasionar la adición de un aminoácido incorrecto en la proteína durante el proceso de transcripción. Esto ocasiona que la proteína tenga una conformación diferente y por lo tanto su función principal se vea afectada.

La anemia drepanocitica, una enfermedad genética de la sangre que le provoca de por vida al paciente crisis dolorosas graves y agudas, se produce cuando una adenina es sustituida por timina en una sección del gen que codifica a la hemoglobina. Esto produce que en lugar de pegar el aminoácido ácido glutámico, el ribosoma pegue una valina. Esta mutación cambia la forma de la hemoglobina imposibilitándola para un transporte adecuado de oxigeno, lo cual provoca los trastornos antes mencionados.

Una mutación en el gen responsable de la codificación de la proteína fibrilina provoca el síndrome de Marfan el cual se caracteriza por un aumento inusual de la longitud de los miembros además de otras alteraciones en el esqueleto.

Algunas sustancias que pueden ocasionar estas mutaciones son: luz ultravioleta, rayos x, compuestos químicos como el benzopireno, la peligrosa talidomida y otros compuestos químicos. La mutación en si no es del todo negativa y de hecho ha contribuido a la evolución de los seres vivos. En algunos casos la mutación de un gen puede producir una nueva función en el organismo que la ha sufrido, tal es el caso de los microorganismos que generan tolerancia a los antibióticos.

Tecnología del ADN recombinante

En 1978 se entregó el premio Nobel a Wehrner Arber, Hamilton Smith y Daniel Nathans por sus investigaciones sobre las endonucleasas de restricción, enzimas que podían cortar el ADN en sitios específicos. También se descubrieron las ligasas, enzimas que se encargaban de “pegar” el ADN cortado.

Estos descubrimientos trajeron la posibilidad de que una vez identificado el gen que produce una proteína específica fuera posible cortarlo del ADN de un organismo e introducirlo de manera artificial en otro para que este gen se expresara y produjera la proteína que codifica.

Es un hecho que entre los organismos de una misma especie se produce este tipo de intercambio genético constantemente y de forma natural. Sin embargo el forzar de manera artificial este intercambio en organismos de la misma especie crea un organismo genéticamente modificado (OGM).

Otra posibilidad y que ha sido la que explotan los detractores de esta tecnología llamándola aberrante y siniestra, es la de producir el intercambio genético en individuos de especies distintas, forzando a un gen extraño (transgen) a incorporarse al material genético del huésped produciendo también un OGM, pero que pertenece a la categoría especial de los organismos transgénicos. Dos ejemplos de este tipo de modificaciones son los siguientes:

Desde 1900 la insulina que se producía en el mundo procedía de hipófisis de cerdos y vacas, cuya insulina era la más parecida a la humana. Con las técnicas de ADN recombinante se logró aislar del ADN humano el gen que codifica la insulina. Esta secuencia consistente en 153 nucleótidos se insertó en el ADN de una bacteria llamada Escherichia Coli, la cual comenzó a producir insulina humana en 1978. Hoy en día prácticamente toda la insulina se produce mediante ingeniería genética. La variante transgénica se comercializa bajo el nombre de Humulin®.

No obstante otros intentos no fueron tan afortunados. En los años 80´s la empresa japonesa Showa Denko comenzó a fabricar triptofano, un aminoácido sencillo, por vía transgénica, mediante un método similar al empleado para obtener la insulina.

El triptofano se receta como suplemento alimenticio para casos de depresión, insomnio y síndrome premenstrual. El triptofano transgénico de Showa Denko se comenzó a vender en Estados Unidos sin probarlo antes en seres humanos ya que se llegó a la conclusión errónea de que si el triptofano convencional obtenido por fermentación era seguro, la variante transgénica también lo sería. El producto mato a 37 personas y dejo afectadas de por vida a cerca de 1500. Un estudio posterior demostró que un subproducto de dimerización del triptofano pudo ser el causante de las muertes.

Este subproducto nunca se había presentado en el método por fermentación, de lo cual unos deducen que se produjo debido al proceso de manipulación genética. Otros dicen que simplemente algunos lotes del triptofano de Showa Denko se contaminaron y que no había evidencia de que su procedencia transgénica hubiera sido la causa de su toxicidad.

Los defensores de los transgénicos tienen en el ejemplo de la insulina su escudo de defensa. Los detractores esgrimen el caso de Showa Denko como arma. Si la ingeniería genética realmente puede controlar el comportamiento del transgen que está manipulando, entonces el desastre con el triptofano de Showa Denko pudo haberse ocasionado solo por un exceso de confianza y una gran negligencia. Si le es imposible lograr un nivel de control adecuado, entonces la obtención de la insulina transgénica habría sido solo una feliz casualidad.

Estos ejemplos por si solos no son concluyentes, pero representan la base para cualquier discusión sobre la inocuidad de los transgénicos. Definir el nivel de control que tiene la ingeniería genética sobre sus creaciones debe proporcionar la clave para saber si este tipo de tecnología es lo suficientemente segura como para justificar el nivel de inclusión que está teniendo en nuestras vidas.


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